*[Mis curiosos]*

Evergetismo en Roma

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El evergetismo fue un fenómeno basado en el ofrecimiento de una serie de servicios, de manera “gratuita”, de un personaje (el evergeta) a una comunidad. Su origen lo podríamos situar en la Grecia del s.IV a.C., no siendo hasta la primera mitad del s.II d.C. cuando alcance su apogeo en el Imperio Romano, teniendo especial importancia en la zona oriental (por la influencia del pasado helenístico).
Las prácticas evergéticas más usuales se solían centrar en el ofrecimiento gratuito de alimentos (o de cantidades de dinero para comprarlos), fiestas, certámenes, construcciones o reconstrucciones de edificios públicos… De esta manera, se cumplían dos objetivos principales: se hacía una redistribución de la riqueza, a la vez que se contentaba y controlaba al pueblo para que se mantuviera tranquilo, al tener garantizadas unas necesidades básicas.
¿Quiénes eran los evergetas? Cualquier persona con determinada fortuna, dispuesta a ofrecerla al pueblo, “desinteresadamente”. Sin embargo, vemos que son los pertenecientes a las aristocracias locales los que con más frecuencia llevaron a cabo esta práctica.

Ante esto, cabe plantearnos una pregunta ¿realmente era tan altruista la acción de estos hombres que se preocupaban por el bien de la comunidad? Evidentemente, detrás del evergetismo había unos objetivos claros que el poderoso quería conseguir: diferenciarse del resto del pueblo, estar por encima de él, y ganarse su favor de cara a obtener determinadas magistraturas que necesitan del voto popular. El objetivo clave era el reconocimiento público, el que tanto el evergeta como sus descendientes (que deberían seguir manteniendo lo que sus antecesores habían comenzado) estuvieran en la recuerdo colectivo de la ciudad.
No era fácil su tarea, debía dedicar mucho dinero para conseguir esta misión, además de demostrar públicamente su buen talante, su responsabilidad y su falta de arrogancia. El pueblo le recompensaría con honores como el otorgar lugares preferentes en celebraciones públicas, construcción de estatuas, inscripciones honoríficas o, incluso, destacados funerales en los que quedaban incluidos los munera (resulta curioso, pero no es extraño encontrarnos con evergetas que costeaban estos honores que se le rendían).
Con el paso del tiempo, vemos que el emperador se convertirá en el evergeta supremo de la comunidad, restando importancia al resto y haciéndose con la fama que antes disponían otros poderosos. Además, entramos en una época en la que ocupar puestos ya sólo supone un impedimento, un gasto excesivo de la riqueza, que lleva a que las magistraturas, antes ansiadas, ahora pasen a ser una obligación impuesta. Así, hacia el s. III, la situación del evergetismo cambiará radicalmente, disminuyendo progresivamente.
Será en el cristianismo, años más tarde, donde podremos ver un lejano sucesor de estas prácticas evergéticas, materializadas en asociaciones benéficas que ensalzaban su caridad de manera gratuita.
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Imagen: Óleo sobre lienzo de Ulpiano Checa representando a un magistrado romano. Museo Ulpiano Checa, en Colmenar de Oreja (Madrid).
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Fuente: LÓPEZ PULIDO, A., “Evergetismo y liberalidades en el Oriente Romano”, En VIII Coloquio de la AIER: Propaganda y persuasión en el mundo romano, (Madrid, 1-2 diciembre 2010) (en prensa)
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hablando de evergetas, uno que se me viene a la mente, aunque no fuera romano es el obispo visigodo de Mérida, el obispo Masona.
El ilustre obispo emeritense fundó en la ciudad un hospital, bien cuidado y agradable; y una Caja de préstamos en la basílica de Santa Eulalia.
Pero una anécdota nos muestra a las claras su calidad de evergeta, ya que el obispo no sólo promovía instituciones, sino que practicaba también la beneficencia en favor de los menesterosos de modo directo y personal. Acostumbraba el prelado a socorrer en el atrio de Santa Eulalia a todos los necesitados, tanto vecinos de la ciudad como campesinos. les entregaba productos naturales procedentes de las tierras de la Iglesia, como vino, aceite o miel. y si alguno acudía con una vasija pequeña, Masona, con su habitual buen humor, dejaba caer al suelo y romperse el recipiente, como si se le hubiera escapado de las manos, y mandaba traer otro mayor.
Un saludo!! Jesús Cordón

Coral dijo...

Amigo Jesús, buena muestra es esta que nos traes del obispo de Masona para ver cómo el evergetismo ha ido perdurando a lo largo de los años. Efectivamente, las épocas posteriores a la Antiguedad Clásica también tuvieron de sus evergetas. Ahora, por desgracia, pocos nos quedan y los que aún sobreviven están más asociados a la CARIDAD que al evergetismo, ya que la doble función de conseguir, de manera indirecta, el favor del pueblo, en parte se ha perdido.

Un saludo y ¡¡muchas gracias por tu comentario!!

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