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Las primeras peregrinaciones cristianas, datadas del s.IV, tenían como lugar de destino Tierra Santa. Más tarde, Roma sería la elegida como centro de visitas de miles de files, no por ello restando importancia al anterior destino. Hacia el s.XI, las peregrinaciones a Santiago de Compostela se harán tan famosas como las dos anteriormente citadas.
A todos los visitantes de estos lugares considerados sagrados los conocemos con el nombre genérico de PEREGRINOS, sin embargo, cada uno recibió un apelativo distinto dependiendo del lugar en el que centrase su peregrinaje. Los que acudían a Tierra Santa eran denominados PALMEROS, por traer una palma en señal de su viaje (al igual que los de Santiago llevaban una concha), los que iban a Roma fueron llamados ROMEROS (de aquí derivará la palabra “romería”) y a los que marchaban a Santiago de Compostela se les conocía como JACOBEOS.
Poco a poco, estos tres centros fueron “cediendo” parte de sus visitantes a otros lugares de culto que se fueron popularizando, casi siempre, asociados a la creencia de que cierto santo se había aparecido en ese sitio, como es el caso de Lourdes (Francia) o Fátima (Portugal), entre otros.
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Las primeras peregrinaciones cristianas, datadas del s.IV, tenían como lugar de destino Tierra Santa. Más tarde, Roma sería la elegida como centro de visitas de miles de files, no por ello restando importancia al anterior destino. Hacia el s.XI, las peregrinaciones a Santiago de Compostela se harán tan famosas como las dos anteriormente citadas.
A todos los visitantes de estos lugares considerados sagrados los conocemos con el nombre genérico de PEREGRINOS, sin embargo, cada uno recibió un apelativo distinto dependiendo del lugar en el que centrase su peregrinaje. Los que acudían a Tierra Santa eran denominados PALMEROS, por traer una palma en señal de su viaje (al igual que los de Santiago llevaban una concha), los que iban a Roma fueron llamados ROMEROS (de aquí derivará la palabra “romería”) y a los que marchaban a Santiago de Compostela se les conocía como JACOBEOS.
Poco a poco, estos tres centros fueron “cediendo” parte de sus visitantes a otros lugares de culto que se fueron popularizando, casi siempre, asociados a la creencia de que cierto santo se había aparecido en ese sitio, como es el caso de Lourdes (Francia) o Fátima (Portugal), entre otros.
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