De todos es sabido
que la muerte de Fernando VII de Borbón, en 1833, llevó aparejada un
conflicto en la sucesión que perviviría durante años: por un lado se formó el
grupo que consideraba a su hija Isabel
como legítima heredera; por el otro, los que apoyaban al hermano del monarca, Carlos María Isidro [1],
como nuevo rey, argumentando que la Pragmática
Sanción, -que permitiría reinar a una mujer-, no había sido aprobada, por
lo que la Ley Sálica seguía rigiendo la sucesión dinástica [2]. Muchos han tratado de separar
estos 2 grupos argumentando que frente a los liberales de Isabel se erigían los
absolutistas de Carlos María Isidro (carlistas), aunque nada más lejos de la realidad.
Sin embargo, este argumento bien se podría excusar afirmando que el absolutismo
de Isabel II quedaba minimizado frente a los extremos que éste alcanzaba dentro
de la mentalidad de los carlistas, acérrimos antiliberales.
Los conflictos
entre los dos grupos no se hicieron esperar: varias guerras fueron las que los enfrentaron en un intento de conseguir
el trono –en el caso los carlistas- y de afianzarse en él –en el de la ya proclamada
reina Isabel II-. ![]() |
El pretendiente carlista Juan |
A la muerte este
Carlos V, su hijo Carlos le sucede
en sus intentos de quitar el poder a la que consideran ilegítima reina. Sin
embargo, el ambiente que se vive en
España hace que pase la mayor parte de su vida en el exilio. Cuando regresa,
junto con su hermano Fernando, y desembarca
en San Carlos de la Rápita llevando a cabo un intento de levantamiento,
poco podía esperar que los liberales que allí había (la mayoría de la
población) apresarían sus barcos y ellos mismos serían capturados. El miedo
hizo que los 2 hijos de Carlos María Isidro abdicaran del trono. Tiempo
después, ya en Londres, desdicen esta renuncia y se vuelven a considerar
pretendientes. Allí, se encontrarán con el otro hijo del primer pretendiente
carlista, Juan, afín al liberalismo,
que llevaba en Inglaterra una vida alegre y poco religiosa. Sin embargo, al
enterarse de la renuncia de sus hermanos, no acepta este nuevo cambio de
opinión, considerando como válidas las renuncias y se proclama legítimo
pretendiente al trono. Así es como un liberal llega a ser candidato al trono,
por parte del bando carlista, llegándose a nombrar JUAN III DE ESPAÑA. La segunda mujer de Carlos María Isidro, una
portuguesa de armas tomar, sería la responsable de que Juan cambiara su abiertas
ideas por el tradicionalismo más extremo y hacer, así, que los problemas
internos que la “desviación” del nuevo pretendiente estaban causando, cesaran. Sin embargo, el
carlismo ya había cambiado, se había convertido en un auténtico movimiento de masas, que aunaba los
descontentos producidos en el reinado de Isabel II, y que quedaba localizado en
la zona norte de la península, abanderando el tradicionalismo y oponiéndose al
liberalismo que, poco a poco, se iba abriendo camino en esa España
contemporánea que recién había nacido.
-[1] Carlos María Isidro es considerado, por los carlistas, como Carlos V
[2] La Ley Sálica establecía una prohibición a que las mujeres
reinaran.
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