*[Mis curiosos]*

Pirámides ¿en Roma?

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Muchas han sido las civilizaciones que han construido monumentos piramidales a lo largo de su Historia, sin embargo, los que alcanzaron mayor fama fueron los egipcios.
La arquitectura romana, que poca relación tenía con estas obras, se empezó a interesar por ellas a partir de la conquista de Egipto y su inclusión dentro del Imperio como una provincia romana más (en el 30 a.C.). Muchos fueron los que se sintieron atraídos por esta exótica arquitectura funeraria, entre ellos CAYO CESTIO EPULONE (se cree que fue pretor homónimo del 44 a.C) que, admirado por la monumentalidad de estos edificios egipcios decidió hacerse construir uno que albergara su cuerpo, como si de un antiguo faraón se tratara. Este encargo, que dejó escrito en su testamento, fue ejecutado en torno al 12 a.C. aprox. Tardó en construirse, como bien se indica en las inscripciones de la pirámide, 330 días, si bien es cierto que las proporciones son mucho más reducidas que las de las egipcias: la base ocupa 30 m2, mientras que su altura casi alcanza los 37 m. Está hecha de sillares de piedra, recubiertos de mármol. En el interior, decorado con múltiples pinturas de estuco, se encuentra la entrada hacia la cámara donde se recogen los restos del difunto.
Como era costumbre entre los romanos, los difuntos eran enterrados a las afueras de la ciudad. Así, nos encontramos que la PIRÁMIDE CESTIA (nombre con el que también se la conoció) estaba fuera de la muralla. Sería en el s.III, momento en el que el emperador Aureliano, movido por el temor a las invasiones bárbaras decidió aumentar el perímetro de la ciudad, cuando la tumba de Cayo Cestio quedó dentro de la muralla o, mejor dicho, atravesada (literalmente) por ella.
Con el paso de los años, la tumba de este ilustre romano no sólo no se olvidó, sino que no pasó desapercibida para los autores románticos, a los que llamó poderosamente su atención, así como todavía hoy la sigue llamando al visitante que pasea por la magnífica Ciudad Eterna.
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Imagen: Fotografía actual de la Pirámide Cestia, flanqueada por la Porta de San Paolo, a un lado, y por el cementerio protestante, al otro.
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La muerte de Gilgamesh

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El más famoso de todos los reyes de Uruk, GILGAMESH, es el protagonista de la que se ha considerado la primera epopeya escrita de la Historia de la Humanidad. Este relato está recogido en el conocido POEMA DE GILGAMESH, donde se aprecia cómo el antiguo monarca de la ciudad sumeria vive obsesionado con conseguir la inmortalidad, ya sea obteniendo la vida eterna, físicamente, o a través de estar presente en el recuerdo de las gentes. Tras la muerte de su fiel amigo y compañero de aventuras Enkidu, su mentalidad cambia y esta obsesión, dentro del Poema, deja paso a una profunda resignación frente al fin de la vida (esta parte de la composición es conocida como La Muerte de Gilgamesh).
El héroe tiene diferentes sueños y en uno de ellos el dios-cielo Enlil le comunica que va a morir. Así, Gilgamesh decide construir una enorme tumba colectiva que sería erigida en pleno cauce del Éufrates, cuyas aguas, en ese momento, habían sido desviadas. El monumento funerario albergaría el cuerpo de rey de Uruk, además de los de sus “acompañantes”: sus esposas, concubinas, sus hijos predilectos, sus sirvientes y, evidentemente, sus objetos más preciados. Una vez que las obras terminaron, todos se adentraron en la construcción, que fue sellada para, poco tiempo después, morir ahogados por el regreso de las aguas del famoso río mesopotámico a su cauce. No nos debe sorprender este “suicidio colectivo” que, de manera involuntaria, sufrieron los acompañantes del rey ya que durante el III milenio a.C. era costumbre que se produjeran estos “asesinatos rituales” que también fueron comunes en otras culturas como la egipcia o la china.
Según cuenta la composición literaria, la población de Uruk lamentó profundamente esas muertes.
Gilgamesh murió, pero su recuerdo, materializado en la construcción de las importantes murallas de Uruk -la ciudad que gobernaba- perduró con el paso de los años hasta llegar a nuestros días, viéndose así que monarca consiguió aquello que persiguió durante toda su vida: ser inmortal.
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Imagen: Relieve de Gilgamesh con un pequeño león. Fue hallado en Jorsabad, datando de la época de Sargón II (722-705 a.C.). Su altura supera los 4 metros y medio.
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Fuente: LARA PEINADO, F: Poema de Gilgamesh: Un viaje fallido a la inmortalidad (consultado el 28-XII-2010)
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Emilio Botín y Altamira

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Al pensar en MARCELINO SANZ DE SAUTUOLA, es inevitable ligar su figura a la de la famosa cueva cántabra de ALTAMIRA. Sin embargo, pocos son los que hacen la misma asociación con la conocida saga de banqueros de los BOTÍN, ligados al BANCO SANTANDER desde que, en 1909, Emilio Botín López se pusiera al frente de la presidencia de la entidad.

Si recordamos cómo fue el hallazgo del lugar y las maravillosas pinturas que alberga, el protagonismo lo cobra la hija de Marcelino, María, que al grito de “¡Mira papá, bueyes! “ descubrió una de las joyas del arte prehistórico. Esta niña es la abuela de Emilio Botín-Sanz de Sautuola y García de los Ríos, el actual presidente del Santander que, ligado a la tradición del descubrimiento de la cueva, aceptó recientemente ocupar un importante cargo de gestión en el PATRONATO DE ALTAMIRA siguiendo, por tanto, “atado” a larga tradición que ha unido a su familia con el magnífico hallazgo de la Prehistoria.
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Imagen: Arriba, a la izquierda Marcelino Sanz de Sautuola quien junto con su hija María (abajo) descubrió las bellas pinturas de la cueva de Altamira. A la derecha, Emilio Botín, descendiente de los anteriores y actual presidente del Banco Santander.

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Océano ¿PACÍFICO?

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En 1510, Vasco Núñez de Balboa, destacado explorador español, en una de sus campañas de conquista de territorios del Nuevo Mundo, que estaban marcadas por las alianzas o el sometimiento de los indígenas, informó a sus compañeros que conocía un buen lugar para poblar donde, además, los indios no les atacarían con las fechas envenenadas que solían utilizar para defenderse del invasor. Una vez allí, en territorio de lo que hoy conocemos como Panamá, Balboa llevó a cabo una política de alianza con las tribus cercanas de la región, estableciendo pactos de amistad y, expoliando el oro que abundaba en ese territorio.
Panquiaco, el hijo del cacique de la región, quedó muy sorprendido por la habilidad de los españoles para conseguir oro. Así, se dirigió a Balboa para aconsejarle que si lo que verdaderamente les interesaba era conseguir ese mineral, debían buscarlo en los terrenos donde abundaba: en la “otra mar”. Esta fue la primera noticia que los españoles tuvieron de que existía un mar diferente al que conocían, ese que les había llevado desde su Península natal a aquellas tierras desconocidas.
Poco tardó el conquistador en organizar una exploración. El 2 de septiembre de 1513 partieron para descubrir, el 29 del mismo mes, en nombre de la Reina de Castilla (doña Juana, de la que, en ese momento, era regente su padre Fernando), estando en el Golfo de San Miguel, lo que denominaron como MAR DEL SUR. De todo ello levantó acta un escribano que tomó a dos testigos que probaron el agua para verificar que, efectivamente, era salada.
Años más tarde, ya bajo el gobierno de Carlos I, el portugués Magallanes, después de ver rechazado su proyecto conquistador por el rey de Portugal, expuso al monarca español su teoría de que las islas de Especiería (en la actual Indonesia), en las que abundaban productos de una riqueza extraordinaria, estaban dentro de la demarcación española que se acordó en el Tratado de Tordesillas. En 1518 consiguió firmar la capitulación que le autorizaba a ir a descubrir estas tierras. Evidentemente, para llegar a ellas había que hallar en América un estrecho que les permitiera llegar hasta ellas. El viaje, por tanto, quedó proyectado como una expedición hacia las Indias que tenía como objetivo la búsqueda del paso interoceánico que les permitiera llegar a las islas, regresando, luego, por el mismo camino (Juan Sebastián Elcano, que también iba en la expedición, cambió repentinamente el itinerario y transformó el viaje en la primera vuelta al mundo).

Partieron el 20 de septiembre de 1519 de San Lúcar de Barrameda. Muchas fueron las desavenencias que durante el trayecto se produjeron, la mayoría ocasionadas por el autoritarismo de Magallanes. De los 5 buques con los que comenzó la travesía y que avistaron el ansiado estrecho, sólo 3 siguieron el rumbo y lo atravesaron, saliendo a la Mar del Sur. Era 27 de noviembre de 1520 y ese océano, debido al cambio de dirección de los vientos alisios, estaba en calma (cosa rara en sus turbulentas aguas en las que los tifones, huracanes y seísmos abundaban). Así, los conquistadores le dieron el nombre de OCÉANO PACÍFICO, apelativo con el que se le sigue conociendo hasta nuestros días.
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Fuente: LUCENA SAMORAL, M, “América Moderna (1492-1808)”, en: CIUDAD, A., et alii, Manual de Historia Universal: América, Madrid, Historia 16, 1992.
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Imagen 1: Mapa Ortelius de 1570 representando el continente americano de acuerdo con los conocimientos de la época

Imagen 2: A la derecha, grabado escenificando el momento en que Vasco Núñez de Balboa arribó al océano Pacífico; a la izquierda, retrato de Fernando de Magallanes.
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“QUOD NON FECERUNT BARBARI, FECERUNT BARBERINI”

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“Lo que no hicieron los bárbaros, lo hicieron los Barberini”
Con esta curiosa frase, en el año 1625, los romanos adornaron a Il Paschino, una estatua parlante de la Roma Moderna a la se solía “vestir” con numeroso mensajes de crítica.
¿Por qué se hizo esta inscripción satírica atacando a la famosa familia noble de los Barberini? Debemos tener en cuenta que el Papa que gobernaba los destinos católicos desde 1623 era Urbano VIII, miembro de la familia de los Barberini que, actuando como mecenas de las artes y queriendo construir una bella Roma Barroca, se encargó de destrozar valiosas obras de la Antigüedad, despojándolas de sus ricos materiales para utilizarlos en la construcción de otros monumentos. Dos de los edificios más dañados fueron el COLISEO, cuyas piedras de mármol travertino fueron expoliadas para, posteriormente, emplearlas en la construcción del Palacio Barberini; y el PANTEÓN, al que se le despojó del maravilloso bronce que cubría su cúpula para usarlo en la creación del Baldaquino de Bernini y de los cañones que guardarían el Castillo del Saint Angelo.
Edificios que perduraron durante siglos, aguantando, incluso, el paso de los terribles bárbaros, eran en el ahora saqueados sin reparo.
Este ataque a algunas de sus más preciadas obras no fue pasado por alto por los romanos modernos, que, con frases atacantes como la del título, criticaban lo que se estaba haciendo con su más preciado pasado, el de la Antigüedad.


Imagen 1: Maffeo Barberini, el Papa Urbano VIII.

Imagen 2: A la izquierda, una reconstrucción del Antiguo Panteón, con la cúpula de bronce; a la derecha, una de las partes del Coliseo destruída por los saqueos de piedra.
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Picota Tonel

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De origen austriaco, y diseñada para castigar, sobre todo, a los borrachos que alteraban el orden de las urbes, la PICOTA TONEL se utilizó desde el s.XV al s.XVIII

Había dos tipos de este artilugio:
*Por un lado, la PICOTA TONEL ABIERTA, que debía ser cargada por la víctima públicamente. El gran peso de este ingenio de madera provocaba un intenso dolor haciendo padecer profundamente al torturado.
*Por otro lado, la PICOTA TONEL CERRADA, en la que junto al acusado se debía introducir gran cantidad de orines, estiércol o agua podrida.

Ambas tenían un mismo objetivo: hacer que el malhechor recibiera los vituperios de la gente que pasara por las calles y le viera con este curioso instrumento, además de, evidentemente, proferirle dolor o causarle infecciones.
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Imagen 1: Grabado de un acusado llevando una picota-tonel.
Imagen 2: Picota tonel expuesta en la Galería de la Tortura, de Córdoba.

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Fuente: Galería de la Tortura, de Córdoba.

Manifiesto de los Persas

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El 12 de abril de 1814, en Madrid, un grupo de absolutistas redactó para FERNANDO VII un documento que fue firmado por 69 diputados (lo que supone más de un tercio de las Cortes ordinarias de 1813), conocido como el MANIFIESTO DE LOS PERSAS, cuyo autor principal fue Bernardo Mozo de Rosales. Con él se pretendía que el monarca, que volvía a gobernar tras el conflicto con los franceses y la definitiva derrota de Napoleón en la Guerra de la Independencia (1808-1814), regresara a la política absolutista del Antiguo Régimen, aboliendo toda la obra liberal que las Cortes de Cádiz habían promulgado.
El origen del nombre de este manifiesto es curioso. Los absolutistas, comenzaron esta larga carta con una referencia a una costumbre que los antiguos persas solían practicar: tras la muerte de un rey, declaraban 5 días de anarquía donde el desorden, sin un poder supremo controlador, reinaba. Este corto periodo de tiempo servía para hacer recapacitar a la población de lo importante que era la figura del monarca rigiendo los destinos del pueblo. Esto es precisamente lo que se pretendía conseguir: hacer ver al monarca lo indispensable que resultaba su figura en el país. No fue difícil convencer al rey de la vuelta al Antiguo Régimen (realmente, con o sin el Manifiesto de los Persas lo habría hecho). Así, el 4 de mayo de ese mismo año, en Valencia, Fernando VII decretó el restablecimiento del absolutismo quedando borrado todo el camino hacia el liberalismo cuyas bases las Cortes de Cádiz se habían encargado de asentar.

SEÑOR:
1.- Era costumbre en los antiguos Persas pasar cinco días en anarquía después del fallecimiento de su Rey, a fin de que la experiencia de los asesinatos, robos y otras desgracias les obligase a ser más fieles a su sucesor.
Para serlo España a V. M. no necesitaba igual ensayo en los seis años de su cautividad, del número de los Españoles que se complacen al ver restituido a V. M. al trono de sus mayores, son los que firman esta reverente exposición con el carácter de representantes de España [...]


Para leer el documento completo pincha aquí
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Imagen: Portada del Manifiesto de los Persas.
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Fuente: MARTÍNEZ.A, et alii., (1990): Historia de España, s.XIX, Madrid, Historia 16.
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Evergetismo en Roma

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El evergetismo fue un fenómeno basado en el ofrecimiento de una serie de servicios, de manera “gratuita”, de un personaje (el evergeta) a una comunidad. Su origen lo podríamos situar en la Grecia del s.IV a.C., no siendo hasta la primera mitad del s.II d.C. cuando alcance su apogeo en el Imperio Romano, teniendo especial importancia en la zona oriental (por la influencia del pasado helenístico).
Las prácticas evergéticas más usuales se solían centrar en el ofrecimiento gratuito de alimentos (o de cantidades de dinero para comprarlos), fiestas, certámenes, construcciones o reconstrucciones de edificios públicos… De esta manera, se cumplían dos objetivos principales: se hacía una redistribución de la riqueza, a la vez que se contentaba y controlaba al pueblo para que se mantuviera tranquilo, al tener garantizadas unas necesidades básicas.
¿Quiénes eran los evergetas? Cualquier persona con determinada fortuna, dispuesta a ofrecerla al pueblo, “desinteresadamente”. Sin embargo, vemos que son los pertenecientes a las aristocracias locales los que con más frecuencia llevaron a cabo esta práctica.

Ante esto, cabe plantearnos una pregunta ¿realmente era tan altruista la acción de estos hombres que se preocupaban por el bien de la comunidad? Evidentemente, detrás del evergetismo había unos objetivos claros que el poderoso quería conseguir: diferenciarse del resto del pueblo, estar por encima de él, y ganarse su favor de cara a obtener determinadas magistraturas que necesitan del voto popular. El objetivo clave era el reconocimiento público, el que tanto el evergeta como sus descendientes (que deberían seguir manteniendo lo que sus antecesores habían comenzado) estuvieran en la recuerdo colectivo de la ciudad.
No era fácil su tarea, debía dedicar mucho dinero para conseguir esta misión, además de demostrar públicamente su buen talante, su responsabilidad y su falta de arrogancia. El pueblo le recompensaría con honores como el otorgar lugares preferentes en celebraciones públicas, construcción de estatuas, inscripciones honoríficas o, incluso, destacados funerales en los que quedaban incluidos los munera (resulta curioso, pero no es extraño encontrarnos con evergetas que costeaban estos honores que se le rendían).
Con el paso del tiempo, vemos que el emperador se convertirá en el evergeta supremo de la comunidad, restando importancia al resto y haciéndose con la fama que antes disponían otros poderosos. Además, entramos en una época en la que ocupar puestos ya sólo supone un impedimento, un gasto excesivo de la riqueza, que lleva a que las magistraturas, antes ansiadas, ahora pasen a ser una obligación impuesta. Así, hacia el s. III, la situación del evergetismo cambiará radicalmente, disminuyendo progresivamente.
Será en el cristianismo, años más tarde, donde podremos ver un lejano sucesor de estas prácticas evergéticas, materializadas en asociaciones benéficas que ensalzaban su caridad de manera gratuita.
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Imagen: Óleo sobre lienzo de Ulpiano Checa representando a un magistrado romano. Museo Ulpiano Checa, en Colmenar de Oreja (Madrid).
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Fuente: LÓPEZ PULIDO, A., “Evergetismo y liberalidades en el Oriente Romano”, En VIII Coloquio de la AIER: Propaganda y persuasión en el mundo romano, (Madrid, 1-2 diciembre 2010) (en prensa)
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MAUSOLEO

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Un MAUSOLEO es un monumento sepulcral grandioso y solemne ¿Dónde está el origen de estas suntuosas construcciones?
Debemos remontarnos a la primera mitad s. IV a.C. y fijarnos en el que por entonces era sátrapa de Caria: MAUSOLO. Su esposa. Artemisa, decidió erigir este fabuloso monumento en Halicarnaso, que serviría como tumba para su marido y para ello se valió de los más prestigiosos arquitectos y escultores de la época que se encargaron de hacer de él un impresionante monumento del que destacaba, además de su elevada altura (llegó a alcanzar los 50 metros), su riqueza en obras escultóricas.
Así, desde tiempos romanos, veremos cómo el término, derivado del nombre del personaje que allí yace, hace referencia a los sepulcros construidos en memoria de héroes y ciudadanos ilustres.
Fue tal su belleza, que el Mausoleo de Halicarnaso se consideró una de las Siete Maravillas de la Antigüedad.
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Imágen: Reconstrucción del mausoleo que se erigió en Halicarnaso
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THANKSGIVING DAY

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En el Día de Acción de Gracias (Thanksgiving day) muchos son los estadounidenses y canadienses que, reunidos con familiares y amigos, comparten un banquete (en el que no suele faltar un pavo) para dar gracias a Dios. Los primeros lo celebran el cuarto jueves de noviembre, mientras que los segundos el segundo lunes de octubre.
Pero, ¿cuál es el origen del Día de Acción de Gracias? Hacia 1608 más de una treintena de ingleses procedentes de una comunidad religiosa denominada “separatista” (por no querer ceñirse a las reglas de la religión anglicana), sintiéndose acosados, no vieron otra salida que la de marchar a vivir a los Países Bajos, mucho más tolerantes con los protestantes. Sin embargo, no todos se lograron adaptar al cambio, por lo que decidieron buscar una nueva alternativa para conseguir una vida mejor: viajar a América e instalarse en una colonia que los ingleses tenían en el Nuevo Mundo: JAMESTOWN (en Virginia). Consiguieron que la Compañía comercial de Virginia, con el consentimiento del rey Jacobo I, les llevara en sus navios rumbo al contiente americano.
Así, en 1620, se embarcaron en el Speedwell, rumbo a Southampton donde les esperaba otro navío, el Mayflower, y donde se les unieron otros emigrantes ingleses que formaron una tripulación de 102 personas que tuvieron que viajar apretujados en este último barco tras varias averías que impidieron al Speedwell proseguir su trayecto.
La travesía no fue fácil: a la falta de espacio que dificultaba la convivencia, se unía el desfavorable temporal que les acompañó durante casi todo el viaje. Cuando al fin llegaron a América, varios fueron los que se negaron a quedarse en la colonia inglesa, con una mayoría de población anglicana que les haría vivir en el mismo aislamiento que soportaron en Inglaterra. Por ello, decidieron continuar su viaje hacia el norte y alejarse de este territorio llegando, a mediados de diciembre, a un enclave en el que el explorador John Smith ya había estado y al que bautizó como PLYMOUTH.
Sin embargo, las adversidades no habían acabado: la época del año en la que habían llegado a tierras americanas no era la propicia para comenzar a cultivar. A esto se sumaba que las enfermedades que habían contraído durante el viaje, el frío y esta falta de víveres hicieron que cuando comenzase la primavera hubieran muerto la mitad de los colonos. En esta situación, fue vital la ayuda de los indígenas que no tuvieron ningún problema en enseñarles a cultivar la tierra de la manera en la que ellos lo hacían. Meses después, los peregrinos del Mayflower recogían su primera cosecha en América. Fue tan abundante que decidieron organizar una fiesta durante 3 días para dar las gracias a Dios. A esta celebración se unieron, también, los indígenas. En los años siguientes se seguirá con esta costumbre, hasta que en 1789 el presidente Georges Washington la convirtió en fiesta nacional de Estados Unidos pasando a conocerse como THANKSGIVING DAY.
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IMAGEN: El primer Día de acción de gracias, pintado por Jean Leon Gerome Ferris
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Fuente: ESCOBAR GOLDEROS, M. (2007): “Los peregrinos del Mayflower”, Historia National Geographic, septiembre de 2007, no.43, pp.21-24.
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Viva Roma No. V

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La Historia de Roma contada al son del famoso Mambo nº5: una divertida forma de acercarse al Mundo Antiguo.

La fuente de inspiración de la Capilla Sixtina: ¿un burdel?

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El 12 de noviembre de 2010 saltó la noticia: Miguel Ángel pudo inspirarse en ambientes relacionados con la prostitución para crear su magna obra: la Capilla Sixtina. Ha sido la estudiosa Elena Lazzarini la que, con la noticia, publicada en el conocido diario “Corriere della Sera”, ha hecho estallar la bomba.



En la Italia del s.XVI proliferaron unos espacios, llamados stufa, que formaban una especie de baños turcos, donde, además, se realizaban tratamientos de belleza y donde había estancias apartadas dedicadas a la práctica de la prostitución masculina y femenina. Hasta allí se pudieron desplazar muchos artistas para estudiar los cuerpos que serían plasmados en sus obras: Miguel Ángel, Leonardo o Bronzino, serían algunos de los que tomaron como modelos a los asiduos a estas stufa.

Lazzarini, para afirmar esta teoría, afirma que "los cuerpos masculinos, muy viriles, que componen la pintura del Juicio Final corresponden con la apariencia física de peones y cargadores retratados durante el trabajo, con los músculos tensados y con el cansancio y el esfuerzo reflejados en sus rostros". Peones y cargadores, es decir, los usuales visitantes de las stufa

En cuanto a la obscenidad que puede derivar de estas escenas y que se plasma en las figuras de muchos de los personajes representados en los frescos de la Capilla Sixtina, la estudiosa italiana es clara: "Un condenado, por ejemplo, es conducido al infierno agarrado por los testículos y entre los beatos se producen besos y abrazos ambiguos, claramente de naturaleza homosexual".

Esto, la obscena verdad que se esconde tras los cuerpos de los protagonistas de las pinturas, ya fue percibido cuando se celebró el Concilio de Trento (1545-1563) y se temió que la Capilla Sixtina pudiera ser destruida. De hecho, un discípulo de Miguel Ángel se vio obligado a dibujar telas encima de los órganos sexuales de algunos personajes para evitar que esta obra clave acabara desapareciendo.
Escenas sensuales y homosexualidad en la joya del Vaticano. Paradojas del arte.

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*Nudo, arte e decoro, oscillazioni estetiche negli scritti d' arte nel Cinquecento, de Elena Lazzarini.

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Artículo de Corriere della Sera [pincha aquí]

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Imagen 1: El fresco de La Creación de Adán, uno de los más importantes de la Capilla Sixtina.

Imagen 2: Detalle de El Juicio Final representando a 2 hombres abrazándose cariñosamente.

Imagen 3: Detalle de El Juicio Final, donde se ve a un condenado que, agarrado de los testículos, es bajado al Infierno.
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Venus esteatopígicas

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Se considera que en torno al 30.000 a.C., el periodo de la “piedra antigua” entró en su última fase a la que se denominó PALEOLÍTICO SUPERIOR. Será en los miles de años que comprenden este periodo (unos 20.000 aprox.) cuando el hombre comenzará a hacer las primeras representaciones artísticas de las que tenemos noticia: pintura y escultura comenzaron a acompañar al homo prehistórico en su larga andadura.
Los motivos que se ilustraban giraban en torno a dos elementos que quedaban empapados de un gran contenido simbólico y mágico: el hombre y los animales.
Centrándonos en lo que se ha venido a llamar “arte mueble” (esculturas muy manejables que podían ser transportadas con facilidad de un lado otro), destacan las VENUS ESTEATOPÍGICAS, pequeñas figuras que, con la finalidad de potenciar la fecundidad de las féminas, representaban a éstas con los atributos sexuales exageradamente marcados.



¿Realmente es tanta la exageración que se plasma? El entorno en el que nos movemos nos hace crear una visión en la que parece que sólo "lo nuestro" es lo correcto, por ello, al mirar estas muestras de arte, nos resultan extraños los cuerpos de mujer que el artista prehistórico representó. Lo primero que pensamos está relacionado con imaginar la poca capacidad del hombre de esa época intentando reflejar lo que veía. “Se le fue la mano”. Pero ¿y si visitamos algunas tribus africanas? Nos encontraríamos con mujeres como esas Venus talladas “con poca consciencia”. Parecidas a ellas eran las mujeres de esta etapa prehistórica, las semejanzas saltan a la vista. El hombre del paleolítico superior retrató lo que veía: mujeres esteatopígicas.

Nada que se aleje de la realidad, excepto nuestra capacidad para analizar el pasado.

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Imagen 1: Venus de Willendorf, ca. 20.000 a.C.

Imagen 2: Comparación de 2 mujeres bosquimanas con la Venus de Grimaldi (ca. 20.000 a.C)

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La GUERRA DE GUERRILLAS: ¿Un invento español?

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El paso de las tropas napoleónicas por la Península Ibérica, en 1808, con la intención de hacerse con el poder de Portugal -que era lo que se establecía en el Tratado de Fontainebleau (1807) y por lo que los españoles dejaron pasar al ejército francés por su territorio- acabó con la invasión de España. Este revés en la política de su tradicional aliado, hizo que surgiera, entre la población española, un movimiento de defensa que pasó a conocerse como “GUERRA DE GUERRILLAS”, una manera de luchar que se basaba en los duros ataques por sorpresa, y sin descanso, al enemigo.
Muchos son los que piensan, erróneamente, que esta táctica militar fue un invento de los españoles, surgido en este momento para defenderse de los galos. El origen del fallo se lo debemos a la historiografía del s.XIX y a la literatura romántica, que se encargaron de ensalzar esta defensa que se hizo de la patria, contra el invasor francés. Sin embargo, si echamos la vista atrás, podremos darnos cuenta de que, realmente, las “guerrillas” ya estaban presentes durante toda la Edad Moderna. Serán precisamente los franceses en la Vendeé y Chouannerie de 1793 a 1801, los de la Guerra de la Convención (1793-1795) y los protagonistas de la insurrección calabresa antiliberal de 1799 los precedentes más inmediatos de esta manera de autodefensa.
A pesar de esto, no podemos negar que había claras diferencias entre el método que se siguió en estas batallas y el que predominó en la Guerra de la Independencia.


¿Qué singularidades tuvo el movimiento español? Mientras que en los ejemplos que hemos citado eran poblaciones reducidas las que, unidas, guerreaban contra el enemigo, en España podemos ver cómo fue prácticamente la totalidad de la población la que, viendo cómo se atentaba contra sus propiedades y observando la inoperancia del ejército, se lanzó a batallar contra el invasor. He aquí la originalidad de la guerrilla española, su extensión por toda la nación.
El éxito que sembraron las decenas de miles de guerrilleros de todas las condiciones, destacando personajes como Espoz y Mina, el “Capuchino”, el Cura Merino o el “Empecinado”, entre otros muchos, hizo que el ejército regular tratara de atraerla a sus filas. Así, será precisamente su efectividad en la lucha contra el invasor, cargada de odio y venganza, lo mitificará a la guerrilla y a este “pueblo en armas”, creando una idea que, todavía, en las mentes de muchos aún sigue estando presente.
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Fuente: MOLINER PRADA, A (2008): “El movimiento guerrillero en la Guerra de la Independencia”. En: Actas del VI Congreso de Historia Militar: La guerra de la Independencia Española, una visión militar, Zaragoza 31 marzo-4 abril de 2008. v.I, pp.179-200
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Imagen: Óleo de Martí Alsina (1860) representando un combate del Bruc, Cataluña, en 1808. Museo de Arte Moderno de Barcelona.

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El ROKISKI y la mitología egipcia

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Se conoce como ROKISKI al emblema de plata que los miembros del Ejército del Aire Español llevan en su chaqueta. Como se puede apreciar en la fotografía, el diseño es curioso. ¿De quién surgió la idea del diseño?
Se cuenta que en una reunión en casa del infante don Alfonso de Orleans y Borbón, hacia la segunda década del s.XX, un grupo de oficiales debatían sobre la necesidad de crear un símbolo para la aeronáutica que, a pesar del paso de los años, no se volviera anticuado. La infanta doña Beatriz, esposa de don Alfonso y brillante egiptóloga, se encontraba presente en la reunión y propuso un dibujo que combinara distintos elementos de la mitología egipcia.


No se sabe con seguridad en qué se inspiró, pero lo más probable es que tomara como referencia la imagen del Escarabajo Sagrado junto con las alas de la diosa Maat (divinidad egipcia de la armonía, el equilibrio) o bien el Disco Solar Alado. Rematando el conjunto, se pondría una corona real arriba del dibujo. La propuesta encantó a los presentes, y, desde 1913, la convirtieron en el distintivo de la Aviación Militar Española.


El diseño ha contado con diversas variantes a lo largo del tiempo. Sufrió cambios con la llegada de la II República (suprimiendo la corona) y con la Guerra Civil. Sin embargo, es el que se impuso en 1974, igual que el de 1913, el que se mantiene en la actualidad. Del mismo modo, nos podemos encontrar diferencias en el diseño que distingue a los pilotos de aeroplano y los paracaidistas.

El nombre que recibe se lo debemos al grabador que hizo estos emblemas desde 1939 hasta su muerte, en 1965, llamado LUIS ROKISKI, cuyo apellido iba grabado en el reverso del objeto. Se debe tener en cuenta, por tanto, que con este nombre sólo se designa al diseño hecho en plata, nunca al fabricado en tela, que también suele ser común.

Así, vemos cómo este curioso emblema está basado en distintos elementos de la mitología egipcia que, combinados de espléndida manera, han dado lugar a este curioso diseño.


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Imagen 1: Diseño del ROKISKI.


Imagen 2: Dibujo representando a la diosa alada Maat.


Imagen 3: Escarabajo Sagrado egipcio.


Imagen 4: Disco Solar Alado.

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Fuente: HERRERA ALONSO, E. (2003): “El Emblema del Ejército del Aire y el “Rokiski””, APAVE, no.21, p.30

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Empecinarse

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Según la RAE, “empecinarse” es sinónimo de “obstinarse, aferrarse, encapricharse”.
¿De dónde viene tan curioso nombre? Para entender su origen nos debemos remontar al s.XIX, concretamente al periodo de la Guerra de la Independencia, desatada tras la invasión napoleónica, y fijarnos en una figura importante dentro del movimiento guerrillero: JUAN MARTÍN DÍEZ (1775-1825), más conocido como “El Empecinado”, que con su activa participación contra los franceses se llegó a convertir en un símbolo del mito patriótico.
EMPECINADO era el apodo que tenían los habitantes de su pueblo, Castrillo de Duero, en Valladolid, por las charcas y “pecinas” (cieno negruzco que se forma en los charcos o cauces con aguas en descomposición) que en la localidad había. Él no sólo tomó con gusto el sobrenombre, sino que pidió permiso para poder usarlo en los documentos oficiales.
Cuando, tras la contienda, Fernando VII regresó al trono, se declaró liberal pidiendo al monarca que aceptara la Constitución de Cádiz, lo que le llevó al confinamiento en Valladolid. Sin embargo, con el pronunciamiento militar de Riego, y la puesta en vigor de La Pepa, el Empecinado regresó a la escena política ocupando importantes cargos en el Gobierno. Poco después, la llegada de los Cien Mil Hijos de San Luis, intentado restaurar el absolutismo, hizo que viviese un breve exilio en Portugal. Cuando regresó a España, fue detenido por el alcalde de Roa de Duero, en Burgos, encerrado en una jaula y exhibido en la plaza de este pueblo durante más de un año. Finalmente, se le acabó condenando a muerte, siendo ahorcado en 1825, con la aprobación del rey, Fernando VII.
Su obstinación y resistencia frente a las adversidades hicieron que el sobrenombre con el que se le conoció pasara a ser sinónimo de estas cualidades.
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Imágen: Juan Martín Díez, el Empecinado, por Goya (Colección Privada)
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*PÉREZ GALDÓS, Benito., Juan Martín, el Empecinado, Madrid, Ed. Alianza.
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El verdadero descubridor de América

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AMÉRICA y CRISTÓBAL COLÓN parecen dos términos inseparables, de esos que cuando se piensa en uno se viene a la cabeza, automáticamente, el otro y es que la historiografía se ha encargado de plasmar en nuestras mentes la idea de que el descubridor de América fue el genovés Cristóbal Colón. De esto hay mucho que decir, evidentemente, empezando por si de verdad se podría considerar “descubridor” de unas tierras a una persona que creyó y murió creyendo que el viaje que había emprendido había acabado con un destino muy conocido para todas las gentes de su época: las Indias, esas famosas tierras orientales, ricas en especias, sedas, piedras preciosas… que hacían las delicias de las élites.
Dejando este tema, que todavía sigue suscitando interés entre los estudiosos, pasaremos a hablar de una figura desconocida para la mayoría: LEIF ERICSON. Hijo del famoso vikingo Eric el Rojo -que consiguió fundar varios núcleos de población en Groenlandia, lejos de su Noruega natal de la que fue desterrado su padre y de la Islandia que lo vio crecer y que lo condenó al exilio- y siguiendo con la actividad exploradora de éste, se lanzó a la aventura de emprender un viaje hacia el oeste de Groenlandia, en torno el 1000 d.C., que le llevó a desembarcar en la ISLA DE BAFFIN. Sin embargo, esta zona no pareció ser de su agrado, por lo que siguió con su viaje hasta que, semanas más tarde, logró encontrar una tierra cubierta de bosques a la que denominó Marklandia y que correspondería con la actual PENÍNSULA DEL LABRADOR, para acabar su viaje una expedición hacia el sur en la que se encontró con la actual TERRANOVA, a la que llamó Vinlandia (por la cantidad de vides que vió). Y como esta podríamos hablar de otras muchas tierras que, tras él, continuaron colonizando los vikingos.

Pero ¿por qué estas expediciones no han llegado a alcanzar la importancia de la de Cristóbal Colón? Recordemos que los vikingos eran pueblos que basaban sus acciones de expedición en la conquista y saqueo de las tierras exploradas, a diferencia de los europeos del s.XV, mucho más preocupados en recopilar datos de sus aventuras y difundirlos. Por ello, el descubrimiento de América por Lief Ericson, en el s.XI, quedó condenado a caer en el olvido, hasta que casi cinco siglos más tarde, los avances en el “arte de marear” posibilitaran el que los europeos se volvieran a reencontrar con América.
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Imágen 1: El vikingo Lief Ericson.
Imágen 2: Cristóbal Colón.
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Fuente: MOLINARI, D.L (1964): Descubrimiento y conquista de América: de Eric el Rojo a Hernán Cortés, Buenos Aires, EUDEBA.
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Las BRACAE y el PANTALÓN

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Cuando pensamos en los romanos de la Antigüedad, ya sea en una mujer o en un hombre, la imagen que se nos viene a la cabeza es la de una persona vestida con una túnica. Ésta era la prenda romana por excelencia, ya fuera más larga o más corta, ya se viera decorada con adornos o estuviera sin ellos. Sin embargo, la influencia de pueblos foráneos hizo que en su monótono armario se incluyera una nueva prenda, las BRACAE.
Las bracae eran una especie de pantalones – que legaban por debajo de las rodillas, más o menos-, común entre los celtas y los galos. La comodidad que suponía llevarlas, unido a la facilidad en el movimiento que permitían y la protección que ofrecían contra el frío, hicieron que, pronto, los soldados romanos comenzaran a utilizarlas (sobre todo los del norte de Europa) llegando a alcanzar un gran éxito en el ejército. Asimismo, se tuvo que adoptar una nueva prenda para cubrir la parte superior del cuerpo: la camisa.
Resulta curioso apreciar cómo el nombre que se le dio a esta prenda, hecha para ser utilizada por hombres, derivó, siglos más tarde, en una típicamente femenina: las BRAGAS. Sin embargo, todavía la palabra BRAGUETA nos recuerda su origen masculino. Más sorprendente resulta que la palabra que vino a designar, con el paso de los años, a la evolución de las bracae originales, poco tuviera que ver con ésta: PANTALÓN.

¿De dónde viene esta extraña derivación? Hacia el s.XVII se comenzó a popularizar la commedia dell´arte, un teatro cómico italiano donde los actores tenían gran libertad de improvisación. Éstos interpretaban una serie de personajes estereotipados. Uno de ellos era PANTALEONE, que representaba a un comerciante anciano y tacaño, del que se podían burlar con facilidad, vestido siempre con unos largos calzones. La popularidad de estas representaciones en distintos países de Europa hizo que, en honor del personaje, la prenda tuviese el nombre con la que actualmente la conocemos.
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Imagen 1: Detalle de una escena representada en la Columna de Trajano (Roma), donde se pueden observar a unos legionarios combatiendo con las bracae
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Imagen 2: Personaje de Pantaleone, típico de la commedia dell´arte italiana, con la prenda que nos recuerda a las bracae y que, en su honor, pasó a llamarse “pantalón”.
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Fuentes:

* GARCÍA JURADO, F. (2007): “El vestido en Roma: de la toga al pantalón”, Historia National Geographic, junio de 2007, no.40, pp.30-33.


* http://www.sipario.it/mpantalone.htm
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¡¡Mira, papá, bueyes!!

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Santillana del Mar (Cantabria), 1879. Marcelino Sanz de Sautuola, ilustrado cántabro interesado por todas las cuestiones científicas de la época, junto con su hija, María, de 8 años, se disponen a visitar una cueva anexa a su finca. Era la segunda vez que el cántabro se disponía a entrar en la misteriosa cavidad; la primera para su hija. Mientras que él se quedó en la entrada, su hija, de menor estatura, puedo investigar más adentro hasta encontrar unas curiosas pinturas… ¡¡Mira, papá, bueyes!! (1). Marcelino corrió hacia su hija. La niña acababa de ver unos extraños dibujos de animales prehistóricos. Se acababa de descubrir la importancia de un sitio clave para el estudio de la Prehistoria, lo que se ha venido a considerar como una especie de Capilla Sixtina del arte rupestre. Pocos creyeron la veracidad de las pinturas, las primeras encontradas de esa época. Los franceses, a la cabeza en descubrimientos prehistóricos no concebían que en los múltiples hallazgos con los que contaban no se hallara nada parecido a lo que se encontró en Altamira. La respuesta que dieron ante la noticia fue clara: se trataba de una farsa que ese tal Marcelino había inventado: el hombre era un impostor. Los familiares del ilustre cántabro nos cuentan, lastimándose, que la frustración que esto provocó en él le hizo entrar en una profunda melancolía que, no demasiado tarde, le llevó a su muerte. Años más tarde, cuando se empezaron a descubrir las primeras cuevas francesas que contenían pinturas en el interior, nuestros vecinos galos aceptaron la autenticidad de Altamira escribiendo el profesor Cartailhac su famoso Mea culpa de un escéptico. Ya era demasiado tarde para dar disculparse ante Marcelino. Su hija se tuvo que conformar con recordar con tristeza a su difunto padre.
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(1) La más famosa frase de ¡¡Papá, papá, toros!! es una invención de algún autor extranjero. El buey era el animal por excelencia en esas tierras del norte (utilizado como animal de tiro) por lo que la familiaridad de las gentes con él era evidente, a diferencia del toro, solo reconocido para la lidia.
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Fuente: GARCÍA GUINEA, Miguel Ángel (2004): Altamira y otras cuevas de Cantabria, Madrid, Ed.Silex.
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Peregrinaciones

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Las primeras peregrinaciones cristianas, datadas del s.IV, tenían como lugar de destino Tierra Santa. Más tarde, Roma sería la elegida como centro de visitas de miles de files, no por ello restando importancia al anterior destino. Hacia el s.XI, las peregrinaciones a Santiago de Compostela se harán tan famosas como las dos anteriormente citadas.
A todos los visitantes de estos lugares considerados sagrados los conocemos con el nombre genérico de PEREGRINOS, sin embargo, cada uno recibió un apelativo distinto dependiendo del lugar en el que centrase su peregrinaje. Los que acudían a Tierra Santa eran denominados PALMEROS, por traer una palma en señal de su viaje (al igual que los de Santiago llevaban una concha), los que iban a Roma fueron llamados ROMEROS (de aquí derivará la palabra “romería”) y a los que marchaban a Santiago de Compostela se les conocía como JACOBEOS.
Poco a poco, estos tres centros fueron “cediendo” parte de sus visitantes a otros lugares de culto que se fueron popularizando, casi siempre, asociados a la creencia de que cierto santo se había aparecido en ese sitio, como es el caso de Lourdes (Francia) o Fátima (Portugal), entre otros.
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Tanto monta...monta tanto, Isabel como Fernando

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En 1475, seis años después de que Isabel y Fernando contrajeran matrimonio, los esposos firmaron la CONCORDIA DE SEGOVIA. Este tratado establecía los poderes que le correspondían a cada uno de los monarcas. Isabel quedaba como titular de Castilla y su marido de Aragón. Sin embargo, los dos tenían plenos poderes sobre cada uno de los reinos. De hecho, todos los documentos oficiales de la época se harán en nombre de “el Rey y la Reina”, si están juntos, o en nombre uno de los dos, si no lo están, con igual validez. Formarán un bloque imposible de dividir, hasta el punto de que será difícil diferenciar entre lo que se hace por iniciativa de uno o de otro.

Cada monarca tendrá unos símbolos distintos, que se repetirán tanto en las acuñaciones de moneda, como en edificios públicos, escudos…: el haz de flechas atadas con una cuerda identificará a Isabel, mientras que el yugo con el nudo gordiano aludirán a Fernando. Será precisamente este nudo del que provendrá la famosa expresión “TANTO MONTA”. Para entender su origen, nos debemos remontar a los años en los que Alejandro Magno emprendía sus acciones conquistadoras por Oriente. El historiador romano Quinto Curcio, nos cuenta que Gordias, un campesino de la ciudad de Gordión, llevaba sus bueyes atados al yugo con un nudo tan difícil que era imposible desatarlo. Pronto comenzaría a circular la leyenda de que el que consiguiera liberar el famoso nudo se haría con el poder de Asia. Alejandro se apresuró a deshacerlo y, tras varios intentos infructuosos, cogió su espada y lo partió por la mitad, diciendo “da lo mismo (tanto monta) cortar como desatar”. Finalmente, el macedonio acabó siendo dueño de Asia.

Esta anécdota se la trasmitió Antonio de Nebrija al rey Fernando, al que le gustó tanto que decidió tomar la frase como su emblema personal, lo que llevó a Maquiavelo a inspirarse en él, simbolizado con tan curioso lema, para escribir su famoso Príncipe.
Así, al contrario de lo que se pueda creer, el “Tanto montaNO es una divisa de los Reyes Católicos, sino únicamente de Fernando. Por otro lado, el famoso “tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando” apareció mucho después del reinado de los Reyes Católicos: su origen data de la España de los años 40 del s.XX, es decir, en plena dictadura franquista, lo que no nos debe extrañar sabiendo que en estos años, el reinado de Isabel y Fernando se veían como paradigma de esa España grande y unificada que se pretendía crear.

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Imágen 1: Isabel y Fernando, los Reyes Católicos.
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Imágen 2: Un real de época de los Reyes Católicos, en el que sale representado el escudo de los monarcas, por una cara, y por la otra el yugo -con el nudo gordiano- y las fechas.
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Imágen 3: Alejandro Magno cortando el nudo gordiano, de Jean-Simon Berthélemy
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Imágen 4: Detalle de un techo del Palacio de la Aljaifería (Zaragoza), con la representación de los símbolos de los dos monarcas españoles.
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La muerte de Felipe el Hermoso

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Felipe el hermoso murió en Burgos el 25 de septiembre de 1506. Todavía hoy, cinco siglos después de su muerte, aun se sigue hablando de cuál pudo ser la verdadera causa de su fallecimiento. Las fuentes de la época nos hablan de que tras jugar intensamente a la pelota, bebió demasiada agua fría, lo que, al parecer, le llevó a tener unas terribles fiebres que acabaron con su vida días después. Sin embargo, muchos son los que opinan que el líquido que tomó el marido de Juana la Loca contenía algún tipo de veneno, que fue el que verdaderamente le mató. Recientemente, los investigadores apuntan a que murió, realmente, de peste, ya que consideran las teorías anteriores como poco creíbles, pero… ¿efectivamente lo son? Son numerosos los casos de deportistas que tras hacer un gran esfuerzo sufren un paro cardiaco que les lleva, irremediablemente, a la muerte. Podemos pensar que a Felipe el Hermoso le pasó algo parecido, aunque, de momento, no hay estudios que den una versión definitiva sobre la misteriosa muerte.
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El libro en Roma


Libro” proviene del latín “liber”, palabra con la que se denominaba a la corteza del árbol que se usaba para sujetar las TABLILLAS DE CERA sobre las que se solían escribir textos de corta extensión, a finales de la República. En época imperial, el rollo de PAPIRO -con el que se escribía en columnas, lo que implicaba el enrollar y desenrollar el material según se iba leyendo-, era el material más habitual sobre el que escribir. Sin embargo, su fragilidad y lo incómodo de su lectura hizo que comenzara a triunfar, hacia el s.IV, el CÓDICE DE PERGAMINO, el libro actual, hecho con pieles de animales secas, lo que constituía un soporte de lectura más manejable, además de barato.

Si nos fijamos en la producción de libros, es curioso el que no fueran los autores los que hicieran los manuscritos de sus obras, sino que las dictaban para que otros lo escribieran. Algunos disponían de esclavos que realizaban esta función de copistas. Había excepciones, por supuesto: los poetas y los que escribían cartas solían hacerlo de su propia mano.


Una vez escritas las obras, muchos eran los que organizaban lecturas públicas de las mismas, lo que convertía en vitales las opiniones de los lectores de cara a que los editores se decidieran a publicar la obra. Éstos últimos que, normalmente, eran los que financiaban la edición, tenían talleres de copia donde los librarios (copistas) y los anagnostas (correctores) se encargaban de producir los libros. Entre los más famosos destacan Tito Pomponio Ático -que editó las obras de Cicerón-, los hermanos Sosios -editores de Horacio-, Doro -responsable de la edición de la Historia de Tito Livio-…

¿Cómo se vendían los libros? Normalmente, los talleres disponían de una tienda, la TABERNA LIBRARIA, donde se vendían los ejemplares editados. Era habitual que se hicieran copias de los libros comprados en estas librerías o de los sacados de las bibliotecas públicas, para comerciar con ellos, lo que al escritor de la obra no le reportaba ningún beneficio ya que debemos tener en cuenta que los derechos de autor no existían. A pesar de esto, la manera más fácil para acceder a los libros era acudir a alguna de las decenas de BIBLIOTECAS PÚBLICAS que existían en la ciudad. La primera de éstas fue fundada por Asinio Polión, en los últimos años de la República. Estas bibliotecas solían tener una misma estructura: una sala con estantes donde se encontraban todas las obras, que eran llevadas a los lectores por unos esclavos especializados, y otra sala, esta vez llena de mesas y sillas, donde se solían leer los libros a solas y en voz alta (siempre procurando no molestar a otros lectores), lo que permitía apreciar mejor la cadencia estilística del latín y del griego.

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Imágen 1: Fresco pompeyano representando a una joven con unas tablillas de cera y un punzón para escribir en ellas (s.I d.C.)

Imágen 2: Pintura de Pelagio Palagi (s.XIX) mostrando a Julio César dictando sus famosos Comentarios.

Imágen 3: Ruinas de la Biblioteca de Celso, construida hacia el s.II, en Éfeso.
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Vándalos


Los vándalos eran un pueblo germano que habitaba en la zona de lo que hoy conocemos como centro de Europa, en la zona del limes (frontera) romano. Son varias las hipótesis que explican el por qué de los desplazamientos no sólo de éstos, sino de otros muchos pueblos germanos, aunque el cambio en la climatología o la falta de espacio son las dos que quizás más se acerquen a la realidad. Los vándalos (divididos en asdingos y silingos), lograron penetrar hacia el 406 en el Imperio y llegar, tres años más tarde, a Hispania, acompañados de alanos y suevos, otros dos pueblos germanos. Los asdingoscompartieron territorio con los suevos, en la zona norte de la Península (en la Gallaecia), pero poco tardaron en ser desplazados de este territorio y unirse a los silingos, que se habían situado en la Baética. Fue aquí donde desarrollaron una importante actividad marinera por el Mediterráneo, lo que les llevó a abandonar Hispania en el 429 al mando de su caudillo, Genserico, dirección al norte de África, donde crearían un reino, con capital en Cartago. Llegaron a tener contactos con las Baleares, Córcega, Cerdeña, Sicilia…, convirtiéndose en una potencia hegemónica en el Mediterráneo Occidental, hasta que hacia el 534 el general Belisario, a las órdenes del emperador Justiniano acabase con su poder, haciéndolos desaparecer.

La práctica de la piratería era una actividad usual de los vándalos, que llegaron a desertizar varias islas del Mediterráneo e, incluso, atacar las costas de Grecia. El temor que suscitaban entre las gentes, por su crueldad y la destrucción que ocasionaban, no se olvidó con el paso de los años, por lo que su nombre pasó a ser sinónimo de desalmado, cruel…

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Imágen: Genserico saqueando Roma (455 d.C.), Karl Bruillov

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El aborto de Juana de Portugal

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El matrimonio de Enrique IV de Castilla (hermanastro de Isabel la Católica) con su segunda esposa, Juana de Portugal, tenía como objetivo principal la concepción de un heredero para el reino. Anteriormente, el monarca castellano estuvo casado con Blanca de Navarra, con la que no tuvo descendencia alguna, lo que le sirvió para pedir la anulación matrimonial, argumentando que la unión nunca fue consumada. Debemos recordar que Enrique IV fue apodado “el Impotente”, por ello, cuando su segunda esposa quedó encinta de la princesa Juana, las malas lenguas se apresuraron a apuntar que la niña era fruto de los amores de la reina con el valido del rey, Beltrán de la Cueva. No sería la última vez que quedaría embarazada: quedó preñada una segunda vez de su marido, pero abortó, y varias veces más de Pedro de Castilla y Fonseca, el alcaide de la plaza fuerte donde Enrique IV, en un momento dado, mandó recluir a su esposa. De este amante tendría dos gemelos.
Pero centrémonos en el segundo embarazo. Estando la reina en el Alcázar de Segovia, cosiendo con sus doncellas, según se cuenta, se encontraba junto a una de las ventanas de la fortaleza para poder fijarse mejor en la labor que estaba haciendo. Afuera, un brillante sol resplandecía; adentro, la reina y sus acompañantes llevaban ya largas horas ocupadas en sus labores. La mala suerte hizo que el vidrio de la ventana junto a la que se encontraba Juana de Portugal provocara lo que hoy conocemos como “efecto lupa” e hiciera que su pelo empezara a arder. Cuando la reina se dio cuenta, comenzó, sobresaltada, a lanzar gritos de socorro y a correr despavorida de un lado a otro de la estancia. Las mujeres que la acompañaban lograron apagar el fuego de su pelo y calmar a la reina, que, por el susto, sufrió el aborto del niño que esperaba de su esposo, Enrique IV: un varón que, posiblemente, podría haber sucedido a su padre, de no ser por el gran poder de la levantisca nobleza castellana que logró hacer que Isabel de Castilla subiera al trono, apartando de la escena política a Juana la Beltraneja, legítima heredera del monarca.
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¡¡Comenzamos!!

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Empezando esta nueva aventura, la de escribir en un blog, la de compartir todas las curiosidades que la Historia nos ofrece, no he encontrado mejor manera de inaugurar esta página virtual que con este magnífico poema de Constantino Kavafis: ÍTACA.

Cuando inicies tu viaje a Ítaca,
ruega que el camino sea largo,
lleno de aventuras,
lleno de conocimiento.
No temas a los Lestrigones
y los Cíclopes y al furioso Poseidón.
Jamás encontrarás tales cosas en tu camino,
si tus pensamientos se mantienen elevados,
si una bella emoción toca tu cuerpo y tu espíritu.
Jamás encontrarás a los Lestrigones,
a los Cíclopes y al fiero Poseidón,
si no los llevas contigo dentro de tu alma,
si tu alma no los alza frente a ti.

Ruega entonces que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas de verano,
en que entres a puertos por primera vez vistos
¡con qué placer, con qué alegría!
Detente en los mercados fenicios,
y compra mercadería fina,
nácar y corales, ámbar y ébano,
y perfumes agradables de toda especie,
compra tantos perfumes agradables como puedas;
visita una multitud de ciudad egipcias,
para aprender y aprender de aquellos que tienen conocimiento.

Mantén siempre Ítaca fija en tu mente.
Llegar allí es tu meta última.
Pero no apresures el viaje para nada.
Es mejor dejarlo durar por largos años;
e incluso anclar junto a la isla cuando ya estés viejo,
rico con todo lo que has ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te dé riquezas.

Ítaca te ha dado el hermoso viaje.
Sin ella jamás habrías emprendido el camino.
Pero no tiene nada más que darte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te habrá defraudado.
Con la gran sabiduría que habrás ganado,
con tanta experiencia,
ya habrás entendido para entonces lo que las Ítacas significan.
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